jueves, 27 de enero de 2011

El adoctrinamiento religioso dirigirá la Enseñanza Pública

     En este año 2011 en el que se recuerda el 80 aniversario de la proclamación de la II República, alguna de las noticias que dibujan nuestra actualidad social y política nos resultan ser realmente inquietantes.

    Si aquél momento de nuestra reciente historia se caracterizó, entre otras muchas y variadas cuestiones, por los esfuerzos para despojar a la enseñanza pública de las trabas que se imponían desde algunas creencias religiosas que aspiraban a mantener los privilegios del dominio sobre el conocimiento y la educación, es decir, es decir, por hacer de la educación pública un campo abierto, rico, plural y aconfesional tal y como la Escuela Moderna, el krausismo y la Institución Libre de Enseñanza proclamaban, ahora, 80 años después, observamos cuán lejos de aquella lógica pretensión nos encontramos, para así comprender el alcance raquítico y rancio que en ese aspecto ha tenido nuestra “modélica” transición política desde la dictadura pura hasta el día de hoy.

    Todo esto viene a propósito de la reciente publicación de una sentencia de la Sala de lo Social del Tribunal Supremo, en la que se ha confirmado que el profesorado de Religión podrá ostentar puestos directivos en su centro --Vicedirección, Secretaría y Jefatura de estudios--, así como ser jefe del Departamento de Religión y tutor de un grupo de alumnos, teniendo derecho a los oportunos descuentos lectivos...dice la sentencia...
   
    No vamos aquí a negar el derecho de cualquier trabajador o trabajadora a aspirar a cualquier mejora laboral, pero que en la administración pública se viole el derecho a la igualdad en el acceso al puesto de trabajo y se desprecien los principios de “igualdad, mérito y capacidad en el acceso a la función pública” es lo que ahora está en cuestión, y si ya resulta penoso que la enseñanza de la religión gane terreno en la enseñanza pública, cuando aún resuenan los estallidos de sables de la laicidad del estado y de la legitimidad de la presencia o no de los crucifijos en las aulas, aún resulta más intragable que a los profesores de religión se les reconozca los mismos derechos que al resto del profesorado, cuando todo el mundo sabe que estos “profesores” de religión accedieron a su puesto de trabajo por decisión digital del obispado de la localidad de turno, y sin superar ninguna prueba ni ganar ninguna oposición, como así tuvieron que superar el común de los profesores y maestros de la enseñanza pública.

     Este país casi siempre se ha caracterizado por llevar el paso cambiado respecto al resto de la comunidad internacional, y este asunto que hoy ocupa esta página de opinión nos demuestra cómo, si la transición española nos pareció en 1978 absolutamente insuficiente y conservadora, ahora, 33 años después comprendemos que aún nos faltaba por contemplar otra de sus "peculiares" características, y es que aquella “modélica transición” iba a ser una transición cíclica, eliptoide, de manera que, en virtud de esa transición no sólo no recuperaríamos la legalidad y dignidad democrática violadas un 18 de julio de 1936, sino que tanto ciertas conquistas sociales, como nuestra propia concepción del mundo, correrían el riesgo de retroceder hasta el contexto social, político e intelectual previo a aquél 14 de abril de hace 80 años.
    Y tadavía nadie se despierta...

1 comentario:

MIGUEL ÁNGEL dijo...

alberto eres mi idolo