viernes, 11 de octubre de 2013

Imaginación, valentía y acción.

        Mucho se está hablando de la pasividad del pueblo español ante esta situación de alarmante desestructuración de su naciente e imperfecta democracia, ó plutocracia más bien, que a partir de aquél sainete que llamamos “Transición” se encuentra hoy salpicada de corrupción, descrédito y devaluación de sus ya tradicionales y ultraconservadoras instituciones, como la Monarquía, el Clero, la clase política y, quizá, hasta el Poder Judicial en su imprescindible independencia y ecuanimidad.
     
     Los últimos meses de la Casa Real están apareciendo como agónicos, con su supuesta fortuna no declarada, los escándalos del Rey en Botswana, el affaire de la tal Carina, la delictiva actuación de Urdangarín, las sospechas que rodean la imputación de la Infanta, la indefinición sobre la sucesión, etc...todo ello “bajo el palio” de un poder como el Clero, dirigido por una Conferencia Episcopal de marcado tufillo franquista, clero que sigue siendo feudal y oligárquico, amigo y protector de la burguesía más rancia, que se apropia de bienes comunes vecinales, que se trufa de escándalos sexuales, y que se revuelve iracundo cada vez que se comentan sus anómalos y opacos asuntos financieros y bancarios en el Vaticano, aderezado en este escenario con una clase política en la que no pocos de ellos se encuentran imputados ó bajo sospecha de fraude, corrupción, tráfico de influencias a favor de amigos, familiares y correligionarios, delitos contra la hacienda pública, apropiación indebida,  fraude en las cuentas de la seguridad social, evasión de impuestos, delitos de modificación del valor de las cosas, contabilidades opacas, incompatibilidades, y muchos más, y que configura toda una total podredumbre que tiene que ser investigada, juzgada y sancionada por un Poder Judicial sometido a presiones ciclópeas por parte de ciertos intereses particulares, y en el que se llega a defenestrar a un juez por intentar investigar algunos supuestos delitos de esos políticos, de un Poder Judicial, en definitiva, que mira para otra parte a la hora de imputar a personas de influencia pública, especialmente aristócratas, banqueros y políticos, todo ello, repito, en un momento crítico para la economía y el futuro de los ciudadanos y ciudadanas de este país, sin contar con el lamentable papel que están desempeñando en todo esto los franquiciados medios de comunicación y las subvencionadas organizaciones sindicales.
     Y todo esto lleva a nuestra sociedad a un estado de depresión colectiva, provocada por una muy inteligente estrategia del shock que, como trofeo bien ganado, se satisface con el inmovilismo, el miedo y la pasividad de la gente, pasividad que se acomoda en la creencia de que “parece imposible” levantar cabeza.

     Es verdad que ni los más viejos del lugar se imaginan que esto pudiera estar pasando hoy y ahora, como así está ocurriendo, y todo ello sin que el pueblo en su conjunto se lavantase en protestas, huelgas generales y/o indefinidas, y movilizaciones. Las excepciones de las movilizaciones del sector minero en el norte de Castilla, Asturias y León, ó de las movilizaciones importantes del sector de la educación en Madrid y Baleres, ó de las movilizaciones por la sanidad pública en Madrid y Cataluña, además del innovador e interesantísimo movimiento del 15M en todo el país, son eso, simples excepciones que no debe engañarnos...pues el país en su conjunto está anestesiado, contemplando inmóvil y desorientado cómo le dejan sin ahorros, sin empleo, sin bienestar, sin seguridad, sin futuro para los jóvenes, sin ese patrimonio humano de alta cualificación que se ve obligado a emigrar, sin sus conquistas sociales y sin sus modelos sociales de educación y sanidad, de los que algunos de ellos, incluso, llegaron a ser un valor mundialmente reconocido.

      La explicación de que el gobierno ha invertido sumas más elevadas que nunca en el presupuesto destinado a mejorar, dotar y aumentar a las Fuerzas de Orden Público, para explicar así la contundencia con que éstas reprimen a los manifestantes, más allá de ser cierto, no nos sirve ahora como argumento. En otros tiempos llegó a ser peor, y si haceis memoria lo recordareis, fue peor y aún más represiva la herramienta del poder para acallar al pueblo, y sin embargo el pueblo desafió al miedo para defender su dignidad.
No nos sirve esa excusa.
 
      El otro argumento utilizado para explicar el inmovilismo de la gente ante estos atropellos materiales y de valores que padece, lo esgrimen quienes afirman que nos falta liderazgo, y que, de alguna manera, el pueblo está dispuesto a protestar pero le falta quien les conduzca, ilusione y lidere, en una justificación que no es sino un gesto arrojadizo de lanzar la piedra contra los ideólogos políticos que se desperezan en su climatizado acuario de conveniencias.
Esto puede tener más sentido.
     Y así también lo afirma el historiador Tuñón de Lara, quien, en uno de sus libros, se preguntaba socráticamente si era la gente sencilla la protagonista de la historia. Parece evidente que sin el pueblo, no se concibe el escribir la historia de forma integral.            
    De la misma forma que resulta palmario que, sin determinadas minorías que sirvieron de inspiradores y conductores a clases sociales y a pueblos enteros, como los movimientos obreros, por ejemplo, nada hubiera sido igual. Así, no podemos devaluar el papel primordial que jugaron Marx, Engels, Bakunin, Bebel, Jaurés, Lennin, Mao, Ghandi, Luther King, Bolívar, Mandela, etc, y tantos otros, y otras tantas mujeres, y antes y después de los escasos mencionados,...pues sin ellos, y sin ellas, la historia no se hubiera producido de igual manera.
     Esas destacadas individualidades no tuvieron, de inicio, un poder tangible sobre las bases sociales de donde emergieron, pero tampoco fueron simples instrumentos en manos de las masas, porque lo trascendente de esta dinámica es que, entre esas individualidades y las masas, hay una relación dialéctica única, capaz de poner a las masas en movimiento hacia objetivos claros y que, cuando esto ocurre, es muy probable que estemos ya en la antesala de un cambio. “Manuel Azaña (1880-1940) - dice Tuñón - , supo ver que la política hay que hacerla con la gente, no para aborregarla, sino para descubrir en todos el pensamiento común, y para saber qué es lo que queremos hacer todos juntos y poner en común los medios de lograr la que deseemos”.
   
      Liderazgo es posible que nos falte hoy a la población española, aunque quizá lo tengamos ahí mismo...delante de nosotros...sin que nos estemos dando cuenta, aún.
     Pero lo que también nos falta, y esto no podemos ignorarlo ni disimularlo, es decisión, valentía, arrojo, memoria histórica, formación, capacidad critica, ingenio, solidaridad, acción, imaginación y acción, todo ello en un movimiento social y cívico que nos conduzca a poder desenvolvernos en planteamientos comunes de futuro, pero de un futuro que hay que irlo forjando ya, en el presente.
   Y es en ese movimiento social donde inequívocamente se decantará y aflorará el liderazgo que necesitamos. 
Por eso hay que empezar mañana mismo, pues pasado mañana puede ya ser tarde. 
   Vamos a remangarnos....
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