miércoles, 16 de noviembre de 2011

El 20N, entre el bipartidismo y el tocomocho

   El peligro del bipartidismo es casi el mismo (aunque aritméticamente debería ser el doble) que el peligro del partido único. Todos conocemos la furibunda critica que la acomodada burguesía occidental dedica a la existencia de partidos únicos en los países denominados totalitarios, en los que el modelo democrático se reduce al mayor o menor apoyo a un partido único, obviamente del aparato estatal.
   Pues bien, en España (así como en la democracia norteamericana, que injustificadamente se jacta de ser la democracia perfecta) donde la dualidad se hace manifiesta, parece que desde la transición ha existido un pacto entre las élites para configurar una forma de continuidad basada en convencer a la población de que puede tener diversas opciones para elegir sus representantes, cuando en realidad eso no ha resultado ser sino una alianza de las mismas clases dominantes para mantener su statu-quo, y ofrecer sólo dos posibilidades a las que poder manipular, sobornar, engullir y dominar.
   Los esfuerzos en designar un sistema electivo que primase a los grandes partidos para que pareciese que ofrecían una alternativa entre dos opciones, y que por ello recibían los favores de los poderosos trust financieros (banqueros, grandes fortunas, mafias del blanqueo, artífices de la evasión de impuestos, ingenieros del fraude fiscal, dominadores de los medios de comunicación, organizaciones en la cresta de la ola mediática, etc...), esos esfuerzos, decimos, han conseguido en los últimos 30 años que, efectivamente, la sociedad española mas inmadura y más analfabeta (políticamente hablando) haya llegado a creer que ante las elecciones generales sólo tiene dos opciones útiles “prácticas y eficaces”, y que éstas se corresponden con los dos partidos mayoritarios “ad hoc”. Esos esfuerzos de las clases hegemónicas y continuadoras del tardofranquismo han sido bien empleados hasta hoy, recibiendo el justo premio de sucesivos gobiernos de mayor o menor perfil conservador, quizá debido a que este país es un país de polarizaciones binarias donde parece que sólo podemos estar contigo o contra ti, dentro o fuera, y donde los matices y la pluralidad legítima no existen, configurando así una democracia sucedánea, sin participación real de la ciudadanía, imperfecta, inmadura, de bajo perfil político e intelectual y más propia de un patio de vecinos. Como ejemplo de nuestra tendencia a las polarizaciones debemos recordar cómo a lo largo de nuestra historia siempre hemos ejercitado esas pobres y reducidas alternativas... Celtas ó fenicios, romanos ó celtíberos, moros ó cristianos, conservadores ó liberales, absolutistas ó afrancesados, monárquicos ó republicanos, centralistas ó nacionalistas, fascistas ó demócratas, Manolete ó Dominguín, El Viti ó El Cordobés, El Madrid ó el Barça, y así, etc, etc, hasta el actual PSOE ó PP...¿No es significativo?
   Incluso hoy, que generaciones de jóvenes en todo el mundo están poniendo en evidencia que el movimiento 15M tiene su razón de ser ante el actual modelo de estado, ante la clase política dominante, ante la propia crisis, y lo que es más importante, ante las soluciones que se proponen para salir de ella por parte de los dos grandes partidos que gobiernan en el Estado o en las CCAA, aún hoy, decimos, todavía muchas personas andan dudando a cuál de los dos partidos mayoritarios van a votar, o si, en el “más difícil todavía” de las piruetas electorales, no sería mas útil el voto en blanco o la abstención...poniendo en evidencia que el virus del bipartidismo les ha contaminado hasta el tuétano.
   Si leemos el manifiesto del movimiento 15M, y lo que en él se expresa así como muchas de las demandas que en él se exigen, coincidiremos en afirmar que éste expresa una posición propia de la izquierda genuina y moderna, democrática, pura, sin ambigüedades, y que a buen seguro la podemos encontrar entre las propuestas que algún partido “de la izquierda” ofrece ante la convocatoria del 20N.     ¿Porqué no lo leemos detenidamente, y luego escogemos la propuesta que más se ajuste a nuestra forma de entender el deseable futuro para nuestro país, abandonando así esa secular tendencia al nada inocente bipartidismo que nos viene condenando desde nuestra historia más reciente?.
   Y es que, permítaseme esta licencia, el bipartidismo español parece la fiel expresión de ciertos timos ibéricos como los del "tocomocho" ó "de la estampita", en los que siempre hay un presumible estafador que intenta engañar al ingénuo, pero que nunca lo podrá lograr si no es con la inestimable colaboración de un segundo estafador.
   Y ya que los timos son cosa de dos...¿el próximo 20N nos dejaremos estafar de nuevo?

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