domingo, 9 de octubre de 2011

El sueño de un Presidente

     Estaba nervioso y por su frente se adivinaba un cierto sudor frío. Las ojeras delataban largas horas sin dormir. Y ahora, ahora mismo, tendría que comparecer ante la televisión y los medios de comunicación para anunciar su irremediable dimisión.
    Les explicaría que su dimisión no era un acto de cobardía, ante el peligro que se cernía sobre el país, sino la única solución para no traicionar su programa político y para armarse de legitimidad y afrontar, con el máximo apoyo y un respaldo renovado, las medidas que habría que tomar si, a partir de ahora, y en las inminentes elecciones urgentes y extraordinarias que se convocarían, volvía a salir elegido para gobernar el país.
  Él no podía llevar a cabo una política tan devastadora como le sugerían desde Europa en ese paradigma del "coge el dinero y corre"; al fín y al cabo, él era un socialdemócrata (y antaño, socialista) y no un simple neoliberal voraz y depredador al uso. Por lo tanto, su dimisión obedecía a la coherencia y la honestidad para con sus electores y para con su partido.
   El problema para España, les diría, era que en Europa estamos gobernados por los banqueros, y más en concreto por los banqueros alemanes y franceses, y todos ellos confabulados con la gran derecha europea que gobierna en los países más influyentes. De manera que Berlusconi, Sarkozy, Merkel, Cameron, etc...no eran inocentes ante la deriva económica que impulsaba el BCE en la zona euro, ni ante los consejos que el poder financiero planetario, FMI y OMC, y de común acuerdo con las valoraciones que las agencias de calificación de riesgo presagiaban, todos auguraban.
    Si salía reelegido, se repetía denodadamente, debería renunciar a esta sinfonía ultraliberal europea y desempolvar los viejos consejos keynesianos, nacionalizar la banca, adecuar la política fiscal, afinar el tipo impositivo, reformular el gasto y la inversión en servicios públicos desde la administración, fomentar la creación de empresas públicas que arrancaran la locomotora económica del país, establecer nuevos impuestos para los más ricos a la par que fomentar el apoyo a las pequeñas empresas y autónomos, revisar las pensiones de jubilación concedidas con antelación hasta ahora con carácter retroactivo, reformular el gasto en infraestructura y personal de las administraciones autonómicas, eliminar instituciones obsoletas como las diputaciones y los pequeños ayuntamientos, comarcalizando y mancomunando servicios, eliminar el derroche del gasto militar, derogar el Concordato con la jerarquía Vaticana eliminando privilegios adquiridos y gastos injustificables, y, si ello fuese necesario, saliéndonos de la zona euro y mirando la salida y el renacer de nuestra economía hacia mercados fuertes y emergentes, como el venezolano, brasileño, chino, indio, etc...
   Si el pueblo le volvía a otorgar su confianza en las urnas, pensaba el presidente, éstas serían unas medidas muy duras, que nos aventurarían unos años de zozobra y de estrecheces, pero  nos quedaría la satisfacción de la coherencia, de la honestidad y de la dignidad de no haber traicionado a nuestro pueblo.
 
    Y de repente, súbitamente, el presidente se despertó empapado en sudor, reconociendo la pesadilla,...pensó en Monterroso...pero claro, el dinosaurio ya no seguía allí.
     Por el contrario y ya situado en la aplastante realidad, miró el reloj, era ya demasiado tarde y debía darse prisa si no quería llegar con retraso a la conferencia que en el Círculo Empresarial iba a dar Botín. Sus conclusiones, clonadas de lo previsto en ese prestigioso foro de encorbatados próceres de cuello blanco, deberían ser del agrado de los jeques y caciques del poder financiero,...y luego, seguramente el propio Trichet le daría un cariñoso cachetito de complacencia, como expresión de que, aún a pesar de los miles de indignados del 15M, a pesar de cientos de miles de afiliados y votantes desilusionados, y muy por encima de algunos millones de ciudadanos estafados, aún así Zapatero lo estaba haciendo bien... pero que muy bien...
Por lo que estaba ya a punto, pensó, de entrar en la historia de este país...
 

2 comentarios:

A. Garcia Portela dijo...

Lo triste es que su realidad es nuestra pesadilla. Salu2

Alberto del Pozo dijo...

Y así es como rompió su sueño, que hubiera sido nuestra esperanza. Salud.