lunes, 11 de abril de 2011

La profesión médica: NO GRACIAS

       La pertenencia a la Plataforma "NO GRACIAS" no es sino una postura personal y ética de algunos profesionales de la medicina ante la maquinaria comercial y estratégica de la industria farmacéutica, y contra las perjudiciales consecuencias derivadas del ingente presupuesto que ésta invierte en promoción y presentación de sus productos, sean éstos nuevos o simples copias (me too), usando y abusando de la relación directa que ésta industria pretende ejercer sobre los profesionales por medio de sus empleados, los llamados visitadores médicos, así como por medio de diversas modalidades de ofrendas y beneficios que van desde el simple regalo de un bolígrafo, hasta la financiación de un viaje a algún país exótico...De ahí el oportuno slogan..."del boli a Bali" que se ha adoptado en algunos foros críticos.
       Según se explica en nuestro manifiesto fundacional, la penetración de la industria farmacéutica en la salud ha conformado un complejo entramado de intereses y connivencias que interactúa con todo el sector. La Industria financia la información y la formación profesional (un espacio "abandonado" lamentable y frívolamente por la administración pública) con cursos, congresos, viajes, comidas, ponentes... y evidentemente no a coste cero. Los centros sanitarios públicos abren sus puertas a los visitadores que con obsequios, de mayor o menor cuantía (presentados como "oportunidades educativas") generan una cultura de patrocinio que afecta (o puede afectar) a la autonomía profesional y a la racionalidad de la prescripción de no pocos profesionales.
       El Informe 2006 de "Transparencia Internacional" denuncia la "vulnerabilidad de los sistemas sanitarios" por su "complejidad" y en especial la Farmacia (con un gasto global de 500.000$ millones al año) por el "gran número de actores involucrados en la cadena del medicamento". El "marketing agresivo" de las farmacéuticas es identificado como el primer responsable. Una realidad inaceptable cuando la población del tercer mundo tiene difícil el acceso a los medicamentos esenciales, y de cuya dramática evidencia poseemos múltiples ejemplos en Asia, Latinoamérica y especialmente en África.
      La industria farmacéutica y su capacidad de investigar es necesaria, pero la inversión de la Industria en Marketing es enorme (31% del total) comparada con el 14% que dedica a investigación... La industria paga más del 90% de la formación continuada, establece la agenda, paga a los ponentes... y esto es, sin duda, marketing. Los pacientes también son parte del entramado con subvenciones a sus asociaciones y a la edición de sus revistas y libros. Además, buena parte del marketing es información "sobrevalorada" de nuevos medicamentos que son más caros al estar protegidos por patentes (sin versiones genéricas), aunque el 80% de estos medicamentos no aporten nada nuevo (son los llamados "me too" por similitud con los ya existentes y baratos). Mientras tanto, el gasto farmacéutico crece por encima de otros capítulos superando el 30%  del total del gasto sanitario público, sumada atención primaria y hospitalaria, Si se mantuviese así esta tendencia incrementista, en pocos años el gasto farmacéutico se equiparará a los costes de todo el personal del SNS español.
       Somos conscientes que las prácticas irregulares y su persistencia en el tiempo tienen para la mayoría de los profesionales una consideración de "normalidad", de poco valor ético, pero hay suficientes pruebas de que la intervención de la Industria interfiere en la adhesión a las guías de práctica clínica y en la calidad de la atención médicofarmacéutica.
      La plataforma NO GRACIAS no tiene una vocación testimonial, sino que su intención es incluir a los profesionales en la buena práctica (y no la condena o la confrontación) por medio de recabar apoyos, dentro y fuera del ámbito sanitario, contando lo que ocurre con rigor y sin sensacionalismos. 
      La situación ha tocado fondo y queremos objetar estas "ayudas", que lo son a corto plazo, pero que a la larga representan un elevado coste intelectual y económico para una sociedad que quiere mantener y mejorar su estado del bienestar, y para un mundo científico que debe apostar por la equidad e igualdad de todos los seres humanos en el acceso a los medicamentos básicos y esenciales.
                                                                         (Fuente: Plataforma NOGRACIAS / Alberto del Pozo)

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