Es posible que aún alguien se pregunte qué es lo que persigue Alemania, al acoger y recoger la fuga de cerebros que, lamentablemente, se está produciendo en los paises del sur europeo. El periodista alemán Jörn Boewe nos lo intenta aclarar, sugiriendo además la posibilidad de explicar así el hercúleo interés que demuestra Angela Merkel al imprimir el ritmo de recortes económicos y sociales al que nos invita a todos los socios europeos... lo que nos trae a la memoria la ya célebre definición de Marx respecto al colectivo de desempleados como un verdadero "ejército de reserva" expuesto al mejor postor empresarial, y dibujando así una forma occidental y moderna del esclavismo que nos espera para el siglo XXI, si nadie lo remedia...
Jörn Boewe nos recuerda cómo la vitalidad del sistema capitalista corta la respiración. Con cada crisis se destruye nuevo capital, al precio que haga falta. Durante años se han perseguido estrategias para poner a la economía contra el paredón. Pero que después de más de dos décadas de competición internacional en el recorte de impuestos para las clases acomodadas, de convertir las finanzas del estado en una palanca y poner a los mercados financieros entre algodones, prácticamente todo el flanco sur de la Unión Europea se encuentre al borde de la bancarrota estatal no significa para el big business ninguna catástrofe, sino sólo un giro de volante hacia un nuevo modelo social.
Algo de todo esto nos lo aclaró el pasado lunes la Agencia Federal de Trabajo: en la lucha contra la desde hace años temida “ausencia de mano de obra cualificada” (en una cuarta parte algo real y en las tres restantes un fenómeno alucinatorio) se resolverá de inmediato con el reclutamiento de solicitantes de trabajo de los estados en crisis del sur de Europa: España, Grecia y Portugal. Personal para el cuidado de ancianos, enfermeros, médicos, informáticos, ingenieros y otros trabajadores cualificados, plazas de empleo (dependiendo del método de cálculo, de cuatro a nueve millones) para las que la República Federal no puede encontrar candidatos entre sus parados y quienes trabajan en otras profesiones para las que requieren una calificación inferior. Haberlos, de hecho, los hay, pero no esperen que trabajen a cambio de cuatro perras. Karl Brenke, experto del Instituto Alemán para la Investigación Económica (Deutsches Institut für Wirtschaftsordnung), próximo a los sindicatos, advierte que se trata menos de una ausencia de mano de obra cualificada, que de una necesidad creciente de presionar a la baja los salarios en Alemania, sobre todo en los sectores más cualificados. Un objetivo éste, para el que no se escatiman medidas, lo demuestra cómo el pasado 1 de mayo entró en validez la así llamada “libertad de movimiento de los trabajadores” (Arbeitnehmerfreizügigkeit) para todos aquellos estados que ingresaron en la Unión Europea en el 2004. Sin embargo, los cálculos no surten efecto, los trabajadores no han cruzado las fronteras orientales en estampida. Los trabajadores cualificados de Polonia y los ingenieros de la República Checa se imaginan bajo el epígrafe de “trabajo atractivo” algo muy diferente a lo que ofrecen los dueños de la industria alemanes. Claro que uno siempre puede tomar los bártulos y emigrar igualmente a Escandinavia o Europa occidental.
Si se tratase realmente de asegurar a largo plazo el potencial de la "inteligencia técnica" en la República Federal, a cada tipo de ingeniero que ha ayudado a la economía alemana desde la fundación del país (en 1871) hasta su proyección internacional, nuestro sistema educativo tendría un aspecto muy otro, pero como el coste ascendería a docenas de miles de euros, resulta más fácil cubrir los agujeros en los asuntos de relaciones públicas echando mano de la “fuga de cerebros”. Y allí donde se encuentre un “estado fallido”, se le tenderá una mano "amiga".
Algo de todo esto nos lo aclaró el pasado lunes la Agencia Federal de Trabajo: en la lucha contra la desde hace años temida “ausencia de mano de obra cualificada” (en una cuarta parte algo real y en las tres restantes un fenómeno alucinatorio) se resolverá de inmediato con el reclutamiento de solicitantes de trabajo de los estados en crisis del sur de Europa: España, Grecia y Portugal. Personal para el cuidado de ancianos, enfermeros, médicos, informáticos, ingenieros y otros trabajadores cualificados, plazas de empleo (dependiendo del método de cálculo, de cuatro a nueve millones) para las que la República Federal no puede encontrar candidatos entre sus parados y quienes trabajan en otras profesiones para las que requieren una calificación inferior. Haberlos, de hecho, los hay, pero no esperen que trabajen a cambio de cuatro perras. Karl Brenke, experto del Instituto Alemán para la Investigación Económica (Deutsches Institut für Wirtschaftsordnung), próximo a los sindicatos, advierte que se trata menos de una ausencia de mano de obra cualificada, que de una necesidad creciente de presionar a la baja los salarios en Alemania, sobre todo en los sectores más cualificados. Un objetivo éste, para el que no se escatiman medidas, lo demuestra cómo el pasado 1 de mayo entró en validez la así llamada “libertad de movimiento de los trabajadores” (Arbeitnehmerfreizügigkeit) para todos aquellos estados que ingresaron en la Unión Europea en el 2004. Sin embargo, los cálculos no surten efecto, los trabajadores no han cruzado las fronteras orientales en estampida. Los trabajadores cualificados de Polonia y los ingenieros de la República Checa se imaginan bajo el epígrafe de “trabajo atractivo” algo muy diferente a lo que ofrecen los dueños de la industria alemanes. Claro que uno siempre puede tomar los bártulos y emigrar igualmente a Escandinavia o Europa occidental.
Si se tratase realmente de asegurar a largo plazo el potencial de la "inteligencia técnica" en la República Federal, a cada tipo de ingeniero que ha ayudado a la economía alemana desde la fundación del país (en 1871) hasta su proyección internacional, nuestro sistema educativo tendría un aspecto muy otro, pero como el coste ascendería a docenas de miles de euros, resulta más fácil cubrir los agujeros en los asuntos de relaciones públicas echando mano de la “fuga de cerebros”. Y allí donde se encuentre un “estado fallido”, se le tenderá una mano "amiga".
Todo ésto bien lo saben los jóvenes y excelentes trabajadores cualificados de la que fué República Democrática Alemana, que ahora deben hacer la maleta para emigrar al antiguo Oeste. Lo que queda detrás de ellos son, en ambos casos, “paisajes florecientes”...Y nuestros jóvenes españoles y españolas, profesionales tan bien preparados y dispuestos, indignados o no, y aventurados o atrevidos, también deberían saberlo...
( Fuente.- Adaptación del texto de Jörn Boewe, periodista del diario Junge Welt)
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