En 1996, Nigeria se enfrentó a la mayor epidemia de meningitis de la última década que causó más de 1900 muertos en todo el África subsahariana.
Es en ese momento cuando la empresa farmacéutica Pfizer se instala en un pequeño poblado de Nigeria llamado Kano, para comprobar la efectividad de un antibiótico, alegando al mundo que su propósito era combatir la epidemia.
Para esto, se administra un antibiótico sin licencia (Trovafloxacino) a 100 niños, mientras que otros 100 eran tratados con Ceftriaxona comercializada por un grupo farmacéutico suizo competidor de Pfizer (Hoffman-LaRoche).
Tiempo después, Pfizer se retira de Nigeria dispuesto a comercializar su producto en Europa y EEUU y dejando tras de sí 12 muertos y un gran número de niños con secuelas, ceguera y sordera entre ellas, que podrían atribuirse tanto a la aplicación del antibiótico como a la enfermedad subyacente (meningitis).
En el año 2000, el periodista norteamericano Joe Stephens, tras una investigación, publica lo que se conocerá como “El caso Trovan” en el periódico para el que trabaja, “The Washington Post” levantando un gran escándalo.
No sólo destapa las muertes de 12 niños y las secuelas a los demás, sino que además evidencia cómo Pfizer falta a los protocolos firmados en la Declaración de Helsinki que regula este tipo de prácticas.
Así, postula que "En investigación médica en seres humanos, la preocupación por el bienestar de los seres humanos debe tener siempre primacía sobre los intereses de la ciencia y de la sociedad"; y que "La investigación médica está sujeta a normas éticas que sirven para promover el respeto a todos los seres humanos y para proteger su salud y sus derechos individuales" y en cuanto a la información y consentimiento: “La persona potencial debe ser informada del derecho de participar o no en la investigación y de retirar su consentimiento en cualquier momento, sin exponerse a represalias. Se debe prestar especial atención a las necesidades específicas de información de cada individuo potencial, como también a los métodos utilizados para entregar la información...Si el consentimiento no se puede otorgar por escrito, el proceso para lograrlo debe ser documentado y atestiguado formalmente.”...(sic)
Ante la denuncia mundial que se hizo desde el “The Washington Post”, Pfizer no sólo no negó los hechos, sino que explica la no obtención de consentimientos informados por el analfabetismo de la población incluida en el ensayo, y sentencia que tenía consentimientos verbales.
Un agravante de la situación es que Trovan fue aprobado en EEUU y Europa sólo para uso en adultos, y un tiempo después fue retirado del mercado por el daño hepático que produce.
¿Qué ocurrió tras el destape de “El caso Trovan”? El gobierno central de Nigeria escuchó a los damnificados tras 4 años de demandas infructuosas y comenzó a pedir responsabilidades por lo sucedido en Kano.
Pasado ese tiempo, aún eran pocos los que apuntaban a Pfizer y a los médicos que administraban Trovan, por lo que de nuevo The Washington Post puso a trabajar a sus sabuesos: supuestamente Pfizer había ensayado con Trovan en los niños de Kano sin haber realizado los ensayos previos. Esto fue corroborado por el médico de la empresa Juan Walterspiel, que fue despedido tras enviar una carta a los ejecutivos de Pfizer denunciando el no cumplimiento de la declaración de Helsinki.
La sociedad civil nigeriana salió a la calle y, tras las manifestaciones de 2002 el gobierno de Nigeria llevó a los tribunales a Pfizer.
La batalla legal ha durado años...y empezará a despejarse en las próximas semanas...
Es en ese momento cuando la empresa farmacéutica Pfizer se instala en un pequeño poblado de Nigeria llamado Kano, para comprobar la efectividad de un antibiótico, alegando al mundo que su propósito era combatir la epidemia.
Para esto, se administra un antibiótico sin licencia (Trovafloxacino) a 100 niños, mientras que otros 100 eran tratados con Ceftriaxona comercializada por un grupo farmacéutico suizo competidor de Pfizer (Hoffman-LaRoche).
Tiempo después, Pfizer se retira de Nigeria dispuesto a comercializar su producto en Europa y EEUU y dejando tras de sí 12 muertos y un gran número de niños con secuelas, ceguera y sordera entre ellas, que podrían atribuirse tanto a la aplicación del antibiótico como a la enfermedad subyacente (meningitis).
En el año 2000, el periodista norteamericano Joe Stephens, tras una investigación, publica lo que se conocerá como “El caso Trovan” en el periódico para el que trabaja, “The Washington Post” levantando un gran escándalo.
No sólo destapa las muertes de 12 niños y las secuelas a los demás, sino que además evidencia cómo Pfizer falta a los protocolos firmados en la Declaración de Helsinki que regula este tipo de prácticas.
Así, postula que "En investigación médica en seres humanos, la preocupación por el bienestar de los seres humanos debe tener siempre primacía sobre los intereses de la ciencia y de la sociedad"; y que "La investigación médica está sujeta a normas éticas que sirven para promover el respeto a todos los seres humanos y para proteger su salud y sus derechos individuales" y en cuanto a la información y consentimiento: “La persona potencial debe ser informada del derecho de participar o no en la investigación y de retirar su consentimiento en cualquier momento, sin exponerse a represalias. Se debe prestar especial atención a las necesidades específicas de información de cada individuo potencial, como también a los métodos utilizados para entregar la información...Si el consentimiento no se puede otorgar por escrito, el proceso para lograrlo debe ser documentado y atestiguado formalmente.”...(sic)
Ante la denuncia mundial que se hizo desde el “The Washington Post”, Pfizer no sólo no negó los hechos, sino que explica la no obtención de consentimientos informados por el analfabetismo de la población incluida en el ensayo, y sentencia que tenía consentimientos verbales.
Un agravante de la situación es que Trovan fue aprobado en EEUU y Europa sólo para uso en adultos, y un tiempo después fue retirado del mercado por el daño hepático que produce.
¿Qué ocurrió tras el destape de “El caso Trovan”? El gobierno central de Nigeria escuchó a los damnificados tras 4 años de demandas infructuosas y comenzó a pedir responsabilidades por lo sucedido en Kano.
Pasado ese tiempo, aún eran pocos los que apuntaban a Pfizer y a los médicos que administraban Trovan, por lo que de nuevo The Washington Post puso a trabajar a sus sabuesos: supuestamente Pfizer había ensayado con Trovan en los niños de Kano sin haber realizado los ensayos previos. Esto fue corroborado por el médico de la empresa Juan Walterspiel, que fue despedido tras enviar una carta a los ejecutivos de Pfizer denunciando el no cumplimiento de la declaración de Helsinki.
La sociedad civil nigeriana salió a la calle y, tras las manifestaciones de 2002 el gobierno de Nigeria llevó a los tribunales a Pfizer.
La batalla legal ha durado años...y empezará a despejarse en las próximas semanas...
Se dice, en ocasiones, que la realidad supera la ficción, por lo que aún habrá personas que no crean que el guión de la película "El jardinero fiel" no sólo no era exagerado, sino que, quizá, se quedaba corto...
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