Salas de espera abarrotadas, interminables horas de demora para ser atendidos en urgencias, expedientes y pruebas de laboratorio que se extravían, consultas que inesperadamente cambian de médico, intervenciones quirúrgicas que se aplazan, enfermos que esperan a primeros de mes para comprar sus medicamentos, ó que sencillamente no los toman, personas que se quedan sin cobertura sanitaria, camas con enfermos en los pasillos de los hospitales, ancianos que dejan de ser atendidos en sus domicilios...¡¡es la crisis!!...¡¡y es lo que hay!!
Muchas personas aún creen que los recortes que padecemos en la sanidad pública española son consecuencia de la llamada crisis. Y así, más o menos, los ciudadanos y ciudadanas vienen observando y padeciendo cómo, en España, una de las joyas de la corona de las conquistas sociales arañadas en nuestra penosa transición, está tocada en su línea de flotación, y aunque es verdad que lo padecen unas CCAA más que otras, esta realidad debería someterse a un mínimo ejercicio de recuerdo histórico. Sería la única manera en la que comprenderemos lo que está ocurriendo, su dimensión, y la dificultad del escenario para su pertinente abordaje.
Porque al igual que ocurre con los maremotos, es cierto que en estos momentos estamos padeciendo una gran ola de dimensiones devastadoras, pero el error de cálculo reside en creer que el epicentro del tsunami estuvo en 2008, es decir, cuando se desencadenó esta llamada crisis, y no en 1980 que es cuando realmente comienza a gestarse la catástrofe...
Pero hagamos memoria...aunque tranquilos...que será una breve historia. Es por todos sabido que en 1948, al acabar la 2ª Guerra Mundial, el parlamento inglés aprobó el Informe Beveridge sobre el Sistema de Seguridad Social, un informe que contenía la propuesta primogenia del National Health Service en el Reino Unido, y que fue coincidiendo con la implantación de los llamados “Estados de Bienestar” cuando la idea de sanidad pública comienza a cambiar (la construcción del modelo del welfare state abarca desde la finalización de la segunda guerra mundial hasta la crisis del 1973). A partir de la crisis del petróleo en ése 1973 desencadenada por la guerra del Yom Kippur, y reforzado por la posterior crisis económica occidental de los 80´, las instituciones internacionales, como el FMI creado en 1944, el Banco Mundial creado en el mismo año, y sobretodo la Organización Mundial de Comercio nacida ya en 1994, de común acuerdo con una Unión Europea casi nonata aún, comienzan a ser influenciadas por las teorías económicas neoliberales nacidas de la Escuela de Chicago, siendo precisamente a partir de los 80´ cuando las cosas empiezan a ponerse ásperas.
¿Qué ocurrió entonces entre la década de los 80´ y 90´ ? Pues que el nuevo paradigma neoliberal resulta finalmente formulado en 1990 en el Consenso de Washington (inspirado por la Escuela de Chicago de 1950), concluyendo en afirmar que el actual “estado benefactor” era el culpable del estancamiento económico, del déficit fiscal y de la “ineficiencia” de los servicios públicos., y así, el máximo pope del neoliberalismo, Milton Friedman, propone para ello comenzar a adelgazar el Estado, fomentando el libre acceso a los capitales transnacionales privatizando los servicios públicos, y privilegiando el valor financiero sobre el valor productivo. Siguiendo esta lógica, el objetivo va a consistir en que el Estado se retire como garante de los servicios sociales básicos, delegando su capacidad reguladora en el libre mercado, y responsabilizando a los ciudadanos y ciudadanas de su propia capacidad de acceder a los servicios públicos como sanidad, educación ó servicios sociales, con lo que esos derechos se van transformando en mercancías.
Podríamos así decir que si los cerebros del cambio fueron los neoliberales del Consenso de Washington inspirados en la Escuela Económica de Chicago, los motores reales del mismo fueron la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial (Informes 1987 y 1993), y finalmente la Unión Europa (UE), consolidando ésta su posición en el Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios y en la posterior Directiva Bolkestein.
Así es que, como dice Eric Hobsbawn, La “época de oro” se acabó, y puede considerarse que el “orden” heredado de la 2ª Guerra Mundial se quebraba para ser sustituido por un nuevo orden neoliberal, orden que se expande y muy especialmente y con toda virulencia a partir del ataque a EEUU en septiembre de 2001.
Frases como la de Joseph Stiglitz (Premio Nobel de Economía 2001, y ex-Vicepresidente del BM) cuando decía “En teoría, el FMI apoya a las instituciones democráticas en las naciones que atiende, pero en la práctica socava el proceso democrático mediante la imposición de sus políticas”, o la de Michael Servoz (Comisión para los Servicios en el Simposium “ Commentary GATS 2000 New Directions in Services Trade Liberations”) que afirmó que “la Salud, la educación y el medio ambiente....están maduros para su liberalización en la UE”... ó la frase de Pascual Lamy...(Director General de la OMC) que en el Council for Internacional Bussnines de USA en 1999) en que revelaba “Aprender de SEATTLE:...negociando fuera de las miradas curiosas de los ciudadanos atentos...”...todas estas alocuciones, pronunciadas por personas con mucho peso y conocimiento sobre esas institucioes internacionales, no pueden negar la evidencia.
Expertos de reconocido prestigio en el mundo científico sanitario, como Milton Terris (Association for Public Health Policy and the Society for Epidemiological Research), definía antes de morir en el año 2000 (y por lo tanto, muy anterior a nuestra actual crisis) que el futuro de los servicios sanitarios vendría dada porque “en sanidad, la estrategia de neoliberalización consiste en conectar el mundo sanitario con el modelo consumista de la sociedad capitalista” (como paradigma neoliberal formulado a partir de 1989 por John Williamson, Consenso de Washington), y además auguraba que, en el futuro, las fuerzas que avanzarían en la implantación del neoliberalismo sanitario acometerían: 1º.- La disminución del Estado y del gasto publico, con la introducción de copagos; 2º.La expansión del sector privado de la Salud; y 3º. La desregulación del sector publico de la salud, fragmentándolo, fomentando la competencia interna, y creando un mercado interno sanitario...¡¡ Y todo esto antes del año 2000 !!....
Mientras tanto, España, que había promulgado en 1986 su Ley General de Sanidad con la creación del flamante SNS, sólo cinco años después, en 1991, ve amenazada esa conquista social con la propuesta de implantación de fórmulas de privatización como la del conocido Informe Abril, y todo ello apoyado entonces por el gobierno socialdemócrata de Felipe González. A partir de ahí, las tesis privatizadoras no han cesado de amenazar a la sanidad pública española...hasta hoy.
En el 2008 aparece la actual crisis, y a estas viejas tesis privatizadoras se les comienza a presentar así la gran coartada como excusa perfecta para su proyecto.
Creemos que, dicho lo dicho, nadie debería dudar de cómo los recortes en sanidad no tienen ninguna relación con la crisis, sino con una tentativa, ya añeja, de torpedear y proceder al derribo de la sanidad pública, para “abrir la tarta” en beneficio de intereses particulares y del mercado financiero y también del especulativo.
Lo que la sociedad española haga a partir de ahora, o deba hacer, para defender sus derechos, deberá ser objeto de otro análisis posterior en el que todos y todas deberíamos implicarnos.
Fuente.- Propia // (Tribuna publicada el 6 de febrero de 2014 en "La Nueva Crónica")
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